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Por segundo año el Covid-19 limita celebración del Domingo de Ramos

 CIUDAD DEL VATICANO, Roma.-Al iniciar la Semana Santa con la celebración de la Misa de la Pasión del Señor este Domingo de Ramos, el Papa Francisco describió en qué consiste la grandeza de la vida. “Volvamos a comenzar desde el asombro; miremos al Crucificado y digámosle: ‘Señor, ¡cuánto me amas, qué valioso soy para Ti!’. 


Dejémonos sorprender por Jesús para volver a vivir, porque la grandeza de la vida no está en tener o en afirmarse, sino en descubrirse amados. Esta es la grandeza de la vida: descubrirse amados. Y la grandeza de la vida está en la belleza de amar”, advirtió el Papa. 

 Por segundo año consecutivo la Misa del Domingo de Ramos no se llevó a cabo en la plaza de San Pedro debido a las medidas cautelares provocadas por el COVID-19. Sin embargo, este año si hubo una pequeña procesión con ramos del Papa con los cardenales que concelebraron la Misa desde el altar de la confesión al altar de la cátedra, donde se llevó a cabo la Eucaristía.

 A la ceremonia pudieron asistir también alrededor de 120 fieles pero permanecieron en su lugar con un pequeño ramo de olivo. Al comenzar la Misa, el Santo Padre recordó la entrada de Cristo a Jerusalén con esta oración: “hermanos y hermanas, desde el inicio de la Cuaresma hemos comenzado a preparar nuestros corazones mediante la penitencia y las obras de caridad. 

Hoy estamos aquí reunidos para que con toda la Iglesia podamos entrar en el misterio pascual de nuestro Señor Jesucristo, quien, para dar real cumplimiento a su pasión y resurrección, entró en su ciudad, Jerusalén, así que sigamos al Señor recordando su entrada salvífica con fe y devoción, para que, seamos partícipes del misterio de la cruz por gracia, y podamos participar en la resurrección y en la vida eterna”. 

 Luego, como es tradición, el Papa bendijo los ramos de olivo, un diácono cantó el pasaje del Evangelio de San Juan que relata la entrada de Jesús a Jerusalén, y después se llevó a cabo la procesión formada por 30 cardenales y, al final de ella, el Pontífice. 

 Durante la Misa se leyeron las lecturas y el Evangelio de la Pasión del Señor fue cantado por tres solistas y un coro. 

 En su homilía, el Papa destacó que cada año esta Liturgia “suscita cada año en nosotros un sentimiento de asombro. Pasamos de la alegría que supone acoger a Jesús que entra en Jerusalén al dolor de verlo condenado a muerte y crucificado. Es un sentimiento profundo que nos acompañará toda la Semana Santa”.

(FUENTE: ACIPRENSA)


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