“El balance de víctimas mortales antes era de 63 y ha aumentado a 80. Algunos de los heridos que se encontraban en condición crítica han sucumbido a sus heridas en hospitales durante los últimos días”, afirmó el portavoz del Ministerio del Interior, Nasrat Rahimi, en un comunicado.
La fuente explicó a Efe que 30 de los heridos se encontraban en estado crítico y 17 han perdido la vida.
El ataque suicida tuvo lugar en una sala de bodas, situada en una zona de la capital habitada por una minoría religiosa, mientras se celebraba una concurrida ceremonia.
El EI reivindicó la autoría del ataque en las redes sociales, el último del grupo de una larga lista de atentados sectarios contra los chiíes, en especial contra la comunidad hazara fiel a esa rama del islam.
Aunque en el pasado la minoría ha debido hacer frente a atentados en centros educativos y religiosos, los ataques a bodas han sido menos frecuentes.
“Tras el ataque, la policía de Kabul mantuvo una reunión con los propietarios de salas de bodas y hemos estado trabajando para tomar medidas de seguridad adicionales”, declaró a Efe el portavoz de la Policía capitalina, Firdaws Faramarz.
La fuente añadió que en el ataque perecieron un alto número de mujeres y niños.
El atentado suscitó una oleada de indignación entre la comunidad afgana e internacional y tuvo lugar dos días antes del 100 aniversario de la independencia de la nación asiática, obligando al Gobierno a retrasar o cancelar algunos de los actos oficiales previstos.
El presidente afgano, Ashraf Ghani, culpó a los talibanes de haber sentado las bases para que otros grupas terroristas perpetraran este tipo de ataques contra la población civil.
Los talibanes, por su parte, negaron estar detrás del atentado y condenaron el acto, que sucedió mientras se espera que ellos alcancen un acuerdo de paz con Estados Unidos.
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