El gobierno de Nicolás Maduro y la oposición comenzaron este
viernes en República Dominicana negociaciones para detener la grave crisis
venezolana, en medio de marcado escepticismo.
Tras siete horas, los delegados de Maduro y de la coalición
Mesa de la Unidad Democrática (MUD) seguían reunidos en la sede de la
cancillería dominicana, donde previamente dialogaron por separado con los
acompañantes internacionales, constató la AFP.

“Escucharemos lo que la oposición viene a decir, pero
venimos a exigir el cese inmediato de las agresiones económicas”, expresó por
su parte Jorge Rodríguez, principal negociador del chavismo. Se refería a las
sanciones financieras de Estados Unidos contra Venezuela, por las que
responsabiliza a la MUD.
Las conversaciones, acompañadas por México y Chile
-invitados por la MUD- y Bolivia, Nicaragua y San Vicente y las Granadinas
-aliados de Maduro-, se extenderán hasta el sábado. En Caracas, el mandatario
venezolano agradeció el “espíritu colaboracionista” de la MUD, golpeada por
divisiones internas alrededor de la negociación, pues algunos sectores la
consideran una “farsa”.
“Quiero agradecer, a pesar de las diferencias gigantescas
que tengo con el señor Julio Borges, Luis Florido y los líderes de la MUD, su
espíritu colaboracionista para instalar el diálogo”, expresó.
Las partes vuelven a la mesa tras acercamientos frustrados
entre 2014 y 2017 por acusaciones de incumplimientos. Para Luis Vicente León,
presidente de la encuestadora Datanálisis, el escepticismo “es natural”, pero
piensa que la arrolladora inflación y la aguda escasez de alimentos y medicinas
podrían forzar a las partes a cerrar acuerdos.
Esta vez “los dinamizadores de la negociación son
económicos”, dijo a la AFP. Según el analista, el gobierno podría dar “oxígeno”
al sector privado para dinamizar la estancada economía, pues “la cabeza de
Maduro” deja de estar entre las exigencias inmediatas de la MUD tras protestas
que dejaron unos 125 muertos entre abril y julio. La MUD plantea como prioridad
la apertura de “un canal humanitario” para la entrada a Venezuela de alimentos
y fármacos, así como “condiciones justas” de cara a las elecciones
presidenciales de 2018.
Maduro, quien aspirará a la reelección según su
vicepresidente Tareck El Aissami, exige a sus adversarios que aboguen por el
fin de las sanciones que prohíben a funcionarios y entidades estadounidenses
negociar deuda de Venezuela y su petrolera PDVSA.
El presidente intenta refinanciar la deuda externa, estimada
en unos 150.000 millones de dólares. Pero para ello necesita la aprobación del
Parlamento, de mayoría opositora, declarado en desacato por una justicia -según
la MUD- “secuestrada” por el gobierno.
La Asamblea Constituyente chavista, que rige con poderes
absolutos, apoya el refinanciamiento, aunque inversores temen que los acuerdos
sean inválidos tras un eventual “cambio político” si no tienen aval legislativo.
Por pagos atrasados de bonos de deuda, Venezuela y PDVSA
fueron declaradas recientemente en default por un grupo de acreedores y
calificadoras de riesgo. A ello se suman los escándalos de corrupción en la
industria petrolera, que aporta 96% de los ingresos del país. Eulogio Del Pino
y Nelson Martínez, ambos exministros de Petróleo y expresidentes de PDVSA,
fueron arrestados el jueves.
Las fracturas de la MUD por las negociaciones se hicieron
patentes el martes pasado, cuando el Parlamento aprobó entre gritos de
“traición” un informe en apoyo a los acercamientos. Borges, presidente de la
cámara, defiende la decisión de acudir a Dominicana: “Sabemos a lo que nos
enfrentamos. No somos ingenuos”, pero “es un deber” intentar que “se abra la
cooperación internacional con medicinas y comida”.
La delegación opositora es respaldada por una docena de
asesores entre los que figuran empresarios, sindicalistas y activistas de
derechos humanos. Que la prioridad sea lo económico no significa que vaya a
descuidarse lo político.
Según especialistas, los comicios presidenciales de
diciembre de 2018 podrían adelantarse al primer trimestre, con lo que el gobierno
aprovecharía las divisiones de la MUD. Pero tampoco es ajeno a fisuras el
oficialismo. El analista político Axel Capriles considera que la purga en PDVSA
refleja “una guerra interna” con la empresa como campo de batalla.
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(Fuente:AFP)
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