CIUDAD DEL VATICANO, Roma.-El Papa León XIV recibió este viernes a los embajadores acreditados ante la Santa Sede, a quienes pidió desarrollar una diplomacia al servicio de la verdad, la justicia y la paz.
En el inicio de su discurso al Cuerpo Diplomático, León XIV agradeció a los embajadores los mensajes de felicitación enviados tras su elección, que calificó como “una significativa manifestación de estima que alienta a profundizar las mutuas relaciones”.
Dirigiéndose a los diplomáticos, el Pontífice los describió como “una familia” que comparte “las alegrías y los dolores de la vida junto con los valores humanos y espirituales que la animan”.
Subrayó además que la diplomacia pontificia es “una expresión de la misma catolicidad de la Iglesia” y que “la Santa Sede está animada por una urgencia pastoral que la impulsa no a buscar privilegios sino a intensificar su misión evangélica al servicio de la humanidad”.
El Santo Padre remarcó la necesidad de apelar constantemente a las conciencias y de no permanecer indiferentes ante “el clamor de los pobres, los necesitados y los marginados, como también a los desafíos que caracterizan nuestro tiempo, desde la protección de la creación hasta la inteligencia artificial”.
Añadió que la presencia de los embajadores es expresión del deseo de la Iglesia de “alcanzar y abrazar a cada pueblo y a cada persona de esta tierra, deseosa y necesitada de verdad, de justicia y de paz”. A lo largo de su intervención, el Papa propuso tres pilares para la acción diplomática y eclesial: paz, justicia y verdad.
Sobre la paz, afirmó que es “un don, el primer don de Cristo”, y que implica un trabajo interior, empezando por el propio corazón. Insistió en que “también se puede herir y matar con las palabras, no sólo con las armas”, y reivindicó el valor del diálogo interreligioso, del respeto a la libertad religiosa y del desarme como caminos imprescindibles hacia la paz duradera.
En cuanto a la justicia, denunció las desigualdades globales y defendió la dignidad de toda persona, “especialmente de aquellas más frágiles e indefensas, desde el niño por nacer hasta el anciano, desde el enfermo al desocupado”.
“En el cambio de época que estamos viviendo, la Santa Sede no puede eximirse de hacer sentir su propia voz ante los numerosos desequilibrios y las injusticias que conducen, entre otras cosas, a condiciones indignas de trabajo y a sociedades cada vez más fragmentadas y conflictivas”, aseguró.
Sobre la verdad, afirmó que no puede haber paz sin una base real y objetiva: “Allí donde las palabras asumen connotaciones ambiguas y ambivalentes es difícil construir relaciones auténticas”.
Finalmente, en el contexto del Jubileo de la Esperanza, alentó a “dejar atrás las contiendas y comenzar un camino nuevo”, especialmente en regiones heridas como Ucrania y Tierra Santa.
(FUENTE: ACIPRENSA)
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