Para los menos habituados, el término tampering hace referencia a métodos de reclutamiento ilegales, que tienen lugar cuando una franquicia trata de seducir a un jugador o negocia con él mientras aún tiene contrato en vigor con otra. Dado que los contratos NBA tienen valor hasta el 30 de junio, la teoría nos dice que las negociaciones no están permitidas hasta el 1 de julio, de ahí que sea esa la fecha de apertura de la agencia libre.
En el caso de Horford, el día 21 de junio Marc Stein, del New York Times, publicó que varios equipos creían que el jugador tenía un contrato de cuatro años esperando a ser firmado en cuanto dejase de ser oficialmente miembro de Boston. Dicho y hecho: 15 minutos después de que arrancase el mercado se anunció su llegada a Philadelphia, un periodo en el que resulta difícil creer que tuviera lugar una negociación.
La cuestión es que el límite para las negociaciones no podría ser más teórico. En la práctica, no escapa a nadie que los jugadores y las franquicias negocian antes de que se arranque la agencia libre, y este año ha sido un caso paradigmático, pues muchos de los fichajes se filtraron antes incluso de que se abriese el plazo. Incluso los propios Celtics realizaron este tipo de negociaciones, ya que la llegada de Kemba Walker se conoció de forma no oficial el 29 de junio.
Adam Silver ha reconocido que la NBA tiene trabajo que hacer al respecto, pero parece que las medidas que se tomen irán más enfocadas a una solución global que a este problema en particular. En esta especie de vacío legal, no parece que las protestas de Boston vayan a pasar de ser una queja al aire que difícilmente llegará a algún lado.
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