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Papa pide no resignarse a la violencia; aboga por vacuna contra Covid-19 para todos

CIUDAD DEL VATICANO, Roma.-En su mensaje de Navidad, previo a la Bendición “Urbi et Orbi” (a la ciudad de Roma y al mundo) de este 25 de diciembre de 2020, el Papa Francisco recordó que Jesucristo anuncia “que el dolor y el mal no tienen la última palabra” por lo que “resignarse a la violencia y a la injusticia significaría rechazar la alegría y la esperanza de la Navidad”. 


 En esta ocasión, el Santo Padre dirigió su mensaje de Navidad desde el aula de las bendiciones, y no desde el balcón central de la fachada de la Basílica de San Pedro, debido a las restricciones sanitarias provocadas por el COVID-19. 

 “Que la Navidad sea para todos una oportunidad para redescubrir la familia como cuna de vida y de fe; un lugar de amor que acoge, de diálogo, de perdón, de solidaridad fraterna y de alegría compartida, fuente de paz para toda la humanidad”, invitó el Papa.

 En esta línea, el Santo Padre destacó que “Jesús nació en un establo, pero envuelto en el amor de la Virgen María y san José. Al nacer en la carne, el Hijo de Dios consagró el amor familiar” y añadió: “mi pensamiento se dirige en este momento a las familias: a las que no pueden reunirse hoy, así como a las que se ven obligadas a quedarse en casa”. 

  En este sentido, el Pontífice dijo que “en este momento de la historia, marcado por la crisis ecológica y por los graves desequilibrios económicos y sociales, agravados por la pandemia del coronavirus, necesitamos más que nunca la fraternidad.

 Y Dios nos la ofrece dándonos a su Hijo Jesús: no una fraternidad hecha de bellas palabras, de ideales abstractos, de sentimientos vagos... No. Una fraternidad basada en el amor real, capaz de encontrar al otro que es diferente a mí, de compadecerse de su sufrimiento, de acercarse y de cuidarlo, aunque no sea de mi familia, de mi etnia, de mi religión; es diferente a mí, pero es mi hermano, es mi hermana. Y esto es válido también para las relaciones entre los pueblos y las naciones. Hermanos todos”. 

 Por ello, el Santo Padre señaló que “en este día de fiesta pienso de modo particular en todos aquellos que no se dejan abrumar por las circunstancias adversas, sino que se esfuerzan por llevar esperanza, consuelo y ayuda, socorriendo a los que sufren y acompañando a los que están solos”. 

 Vacunas para todos

 Asimismo, el Papa recordó que “en la Navidad celebramos la luz del Cristo que viene en el mundo, y Él viene para todos, no solamente para algunos” y dijo que “hoy en este tiempo de obscuridad y de incertidumbre por la pandemia aparecen diversas luces de esperanza como el descubrimiento de las vacunas”. 

 Sin embargo, el Santo Padre reconoció que “para que estas luces puedan iluminar y llevar esperanza a todo el mundo deben estar a disposición de todos. No podemos dejar que los nacionalismos cerrados nos impidan vivir como la verdadera familia humana que somos.

 No podemos dejar tampoco que el virus del individualismo radical nos venza y nos haga indiferentes al sufrimiento de otros hermanos y hermanas. No puedo colocarme a mi mismo antes que los otros, colocando en las leyes del mercado y de las patentes de invenciones encima de las leyes del amor y de la salud de la humanidad”.

 “Pido a todos los responsables de los Estados, empresas, organismos internacionales promover la colaboración y no la competición y de buscar una solución para todos, vacunas para todos, especialmente para los más vulnerables y necesitados de todas las regiones del planeta. Al primer lugar los más vulnerables y necesitados”, indicó. 

 De este modo, el Papa Francisco rezó para que el Niño de Belén nos ayude “a ser disponibles, generosos y solidarios, especialmente con las personas más frágiles, los enfermos y todos aquellos que en este momento se encuentran sin trabajo o en graves dificultades por las consecuencias económicas de la pandemia, así como con las mujeres que en estos meses de confinamiento han sufrido violencia doméstica”.

(FUENTE: ACIPRENSA)


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