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Se cumplen 83 años del “Vuelo Panamericano” protagonizado por pilotos de RD y Cuba


Este jueves 12 de noviembre se cumple el 83 aniversario del “Vuelo Panamericano”, realizado bajo el liderazgo del mayor de la Fuerza Aérea Dominicana, Frank Andrés Feliz Miranda y el sargento mayor mecánico Ernesto Tejada, junto a heroicos pilotos cubanos en 1937.

La historia de la aviación mundial y de la República Dominicana registra momentos épicos de notable grandeza, aunque algunos son casi desconocidos en toda su dimensión, por la mayoría de los ciudadanos.

Aquello fue una verdadera hazaña para la época y casi desconocida por todos los dominicanos.


Lindbergh, a la sazón, había alcanzado la fama con su “Vuelo Trasatlántico” de un año atrás, en el avión bautizado “Espíritu de San Luis”, que lo llevó de Nueva York a París, Francia, en un recorrido solitario de 5 mil 760 kilómetros, que duró 33 horas.

El más brillante piloto de la época fue recibido por el presidente de la República, Horacio Vázquez, en el aeródromo de Miraflores, en el kilómetro 8 de la antigua Carretera Duarte, en la entonce, Ciudad Trujillo.

Este acontecimiento quedó plasmado en videos y en fotografías por la importancia del personaje, con cuya visita quedó establecido el correo aéreo RD-Cuba. Periodistas y camarógrafos extranjeros se encargaron de inmortalizar gráficamente este hecho.

Gracias a ello podemos apreciar parte del desaparecido aeródromo, que luego fue bautizado precisamente con el nombre de Lindbergh. Ese campo de aviación existió donde ahora está enclavada la empresa Distribuidora Corripio, en la autopista Duarte. Gracias a ese viaje existe un video en el cual el presidente Vásquez, conversa con el emblemático aviador.

Esta hazaña fue difundida por todos los continentes e inspiró el surgimiento de películas, libros, documentales, esculturas, monumentos, etc. que catapultaron la figura del joven piloto, del cual existe un rico material bibliográfico. Pero no es de su heroica travesía de lo que deseo exponer en estas líneas. Quiero hablar de una epopeya mayor de la aviación nacional y mundial, de la cual solo conservamos su objeto material más preciado: el avión “Colón”.



No podría minimizar el logro de Lindbergh con su avión “Espíritu de San Luis”, no obstante, sí aspirar a que una hazaña de mayor peligrosidad y significado, como el “Vuelo Panamericano”, sea reconocida en su justa dimensión, al menos por los dominicanos.

El As de la aviación mundial, Charles Lindbergh, recorrió, solitario, miles de kilómetros en un endeble aeroplano, volando sobre el mar por más de 33 horas; pero no menos valioso es el logro del piloto dominicano Frank Andrés Feliz Miranda, junto a los pilotos cubanos Antonio Menéndez Peláez, Feliciano Risech Amat y Alfredo Jiménez Alum, quienes realizaron un vuelo por sobre todos los países del Hemisferio Occidental, incluyendo a Brasil y la lejana Uruguay, en aviones similares al utilizado por el piloto norteamericano, agotando más de un mes en el viaje.

El “Vuelo Panamericano”, partió del aeropuerto Miraflores, en Ciudad Trujillo, el 11 de noviembre de 1937, recorrió miles de kilómetros, surcando los cielos de decenas de países, bajo las más adversas circunstancias. La dimensión de este vuelo, que le costó la vida a los pilotos cubanos y a los compañeros de estos – siete personas en total – pareció esfumarse en los mares y selvas que sobrevolaron.

Estos jóvenes, oriundos de dos países del Tercer Mundo, nunca concitaron la atención alcanzada por el glorioso piloto estadounidense y este 12 de noviembre, cuando se cumplen 83 años de una de las más grandes epopeyas de la aviación mundial, solo la Fuerza Aérea de República Dominicana programó un acto para recordar la heroicidad de estos guerreros universales, que se atrevieron a desafiar de tal manera la naturaleza.

La FARD, en memoria de estos valientes, concibió poner en circulación en esta fecha la medalla conmemorativa “Vuelo Panamericano”, para que la lleven en su pecho oficiales meritorios de la institución. Por causa de las lluvias el acto fue aplazado.

Ojalá podamos un día ver llevada a la pantalla del cine y la televisión esta intrépida odisea del vuelo sobre los pueblos, selvas, ríos y montañas sudamericanas brasileñas y centroamericanas, hecho protagonizado por hombres que dejaron atrás la patria, familia y el hogar, para adentrarse en una incierta aventura, sin el aliciente de ningún premio que no fuera el deber cumplido.

Antonio Menéndez Peláez, Feliciano Risech Amat y Alfredo Jiménez Alum, a la sazón tenientes de la aviación cubana, tuvieron como acompañantes al navegante Manuel Naranjo, al mecánico Roberto Medina y el mecánico Pedro Castillo, en tanto el piloto dominicano, Mayor FAD Frank Feliz Miranda, iba acompañado del Sargento Mayor Ernesto Tejada.

En uno de los aviones cubanos volaba el periodista Frank de Lugo Viñas, quien haría la reseEste jueves 12 de noviembre se cumple el 83 aniversario del “Vuelo Panamericano”, realizado bajo el liderazgo del mayor de la Fuerza Aérea Dominicana, Frank Andrés Feliz Miranda y el sargento mayor mecánico Ernesto Tejada, junto a heroicos pilotos cubanos en 1937.



La historia de la aviación mundial y de la República Dominicana registra momentos épicos de notable grandeza, aunque algunos son casi desconocidos en toda su dimensión, por la mayoría de los ciudadanos.

Aquello fue una verdadera hazaña para la época y casi desconocida por todos los dominicanos.

Lindbergh, a la sazón, había alcanzado la fama con su “Vuelo Trasatlántico” de un año atrás, en el avión bautizado “Espíritu de San Luis”, que lo llevó de Nueva York a París, Francia, en un recorrido solitario de 5 mil 760 kilómetros, que duró 33 horas.

El más brillante piloto de la época fue recibido por el presidente de la República, Horacio Vázquez, en el aeródromo de Miraflores, en el kilómetro 8 de la antigua Carretera Duarte, en la entonce, Ciudad Trujillo.

Este acontecimiento quedó plasmado en videos y en fotografías por la importancia del personaje, con cuya visita quedó establecido el correo aéreo RD-Cuba. Periodistas y camarógrafos extranjeros se encargaron de inmortalizar gráficamente este hecho.

Gracias a ello podemos apreciar parte del desaparecido aeródromo, que luego fue bautizado precisamente con el nombre de Lindbergh. Ese campo de aviación existió donde ahora está enclavada la empresa Distribuidora Corripio, en la autopista Duarte. Gracias a ese viaje existe un video en el cual el presidente Vásquez, conversa con el emblemático aviador.

Esta hazaña fue difundida por todos los continentes e inspiró el surgimiento de películas, libros, documentales, esculturas, monumentos, etc. que catapultaron la figura del joven piloto, del cual existe un rico material bibliográfico. Pero no es de su heroica travesía de lo que deseo exponer en estas líneas. Quiero hablar de una epopeya mayor de la aviación nacional y mundial, de la cual solo conservamos su objeto material más preciado: el avión “Colón”.


No podría minimizar el logro de Lindbergh con su avión “Espíritu de San Luis”, no obstante, sí aspirar a que una hazaña de mayor peligrosidad y significado, como el “Vuelo Panamericano”, sea reconocida en su justa dimensión, al menos por los dominicanos.

El As de la aviación mundial, Charles Lindbergh, recorrió, solitario, miles de kilómetros en un endeble aeroplano, volando sobre el mar por más de 33 horas; pero no menos valioso es el logro del piloto dominicano Frank Andrés Feliz Miranda, junto a los pilotos cubanos Antonio Menéndez Peláez, Feliciano Risech Amat y Alfredo Jiménez Alum, quienes realizaron un vuelo por sobre todos los países del Hemisferio Occidental, incluyendo a Brasil y la lejana Uruguay, en aviones similares al utilizado por el piloto norteamericano, agotando más de un mes en el viaje.

El “Vuelo Panamericano”, partió del aeropuerto Miraflores, en Ciudad Trujillo, el 11 de noviembre de 1937, recorrió miles de kilómetros, surcando los cielos de decenas de países, bajo las más adversas circunstancias. La dimensión de este vuelo, que le costó la vida a los pilotos cubanos y a los compañeros de estos – siete personas en total – pareció esfumarse en los mares y selvas que sobrevolaron.

Estos jóvenes, oriundos de dos países del Tercer Mundo, nunca concitaron la atención alcanzada por el glorioso piloto estadounidense y este 12 de noviembre, cuando se cumplen 83 años de una de las más grandes epopeyas de la aviación mundial, solo la Fuerza Aérea de República Dominicana programó un acto para recordar la heroicidad de estos guerreros universales, que se atrevieron a desafiar de tal manera la naturaleza.

La FARD, en memoria de estos valientes, concibió poner en circulación en esta fecha la medalla conmemorativa “Vuelo Panamericano”, para que la lleven en su pecho oficiales meritorios de la institución. Por causa de las lluvias el acto fue aplazado.

Ojalá podamos un día ver llevada a la pantalla del cine y la televisión esta intrépida odisea del vuelo sobre los pueblos, selvas, ríos y montañas sudamericanas brasileñas y centroamericanas, hecho protagonizado por hombres que dejaron atrás la patria, familia y el hogar, para adentrarse en una incierta aventura, sin el aliciente de ningún premio que no fuera el deber cumplido.

Antonio Menéndez Peláez, Feliciano Risech Amat y Alfredo Jiménez Alum, a la sazón tenientes de la aviación cubana, tuvieron como acompañantes al navegante Manuel Naranjo, al mecánico Roberto Medina y el mecánico Pedro Castillo, en tanto el piloto dominicano, Mayor FAD Frank Feliz Miranda, iba acompañado del Sargento Mayor Ernesto Tejada.

En uno de los aviones cubanos volaba el periodista Frank de Lugo Viñas, quien haría la reseña del vuelo. A excepción de los dominicanos todos los cubanos murieron el 29 de diciembre de 1937 en medio de una tormenta, al estrellarse en una montaña colombiana las tres aeronaves en que se desplazaban.

El avión dominicano permitía volar a mayor altura y cruzó a salvo las montañas, salvando la vida Frank Feliz Miranda y Ernesto Tejada.ña del vuelo. A excepción de los dominicanos todos los cubanos murieron el 29 de diciembre de 1937 en medio de una tormenta, al estrellarse en una montaña colombiana las tres aeronaves en que se desplazaban.

El avión dominicano permitía volar a mayor altura y cruzó a salvo las montañas, salvando la vida Frank Feliz Miranda y Ernesto Tejada.

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