
“Hasta ahora, más de 4.000 personas han resultado heridas y más de 100 han perdido la vida. Nuestros equipos todavía están llevando a cabo operaciones de búsqueda y rescate en las áreas circundantes”, dijo el comunicado de la Cruz Roja.
La capital libanesa, declarada ciudad “siniestrada”, se despertó conmocionada tras estas explosiones, de tal potencia que fueron registradas por los sensores del Instituto Geológico de Estados Unidos (USGS) como un terremoto de magnitud 3,3.
En el epicentro de la explosión, cuya onda de choque se sintió hasta en la isla de Chipre, a más de 200 kilómetros de distancia, el panorama seguía siendo apocalíptico: los contenedores parecen latas de conserva retorcidas, los coches están calcinados, el suelo, alfombrado de maletas y papeles que salieron disparados de las oficinas cercanas.
Varios cascos azules a bordo de un barco atracado en el puerto resultaron heridos graves, según la misión de la ONU en el Líbano.
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