Pienso que un artista de la dimensión de Florián Antonio Rodríguez, a quien el fenecido locutor y empresario radial Joaquín Jiménez Maxwell bautizó en los años 70 como Anthony Ríos, merece estar en un panteón adecuado en su natal Hato Mayor, en el que sus familiares, amigos y admiradores acudan con cierto nivel de holgura, es decir, darle un lugar entre todos.
Independientemente del criterio que se tenga de Anthony, la verdad es que, guste o no, fue profeta en su tierra, uno grande entre los grandes, hasta convertirse en una leyenda, porque significó y significa, aún después de muerto, mucho para la gente que disfruta sus canciones.
Sin dudas que su muerte impactó a sus seguidores y a todos, aunque venía padeciendo serios problemas de salud que anticipaban un desenlace fatal y tras su fallecimiento, dicen que, cumpliendo su voluntad, fue sepultado en el Cementerio Municipal Cristo de los Milagros, de Hato Mayor, provincia que alberga al sector donde nació, Las Cañitas, en el municipio Sabana de la Mar.

Con el permiso de los sentimientos de sus familiares, deseo tocar las puertas de su alma para que entiendan que, independientemente de quien haya sido la decisión de sepultarle donde ahora está, se trata de un espacio que podría condenar al olvido de sus seguidores a Kínder, nombre dado por sus compañeros de estudios en la primaria o a El Loco, como le llamaban sus compañeros en el arte, estimo que está donde no debería estar.
No se trata de cuestionar la sencillez de su tumba, sino el área donde está sepultado, pues un artista que trascendió al nivel alcanzado por él, debe reposar en un lugar más accesible, como lo entendieron algunas familias amigas hatomayorenses que, según supe, hasta ofrecieron sus panteones para que se le sepultara en uno de ellos.
Es cierto que Anthony decidió vivir a su manera, pero siempre admitió que una cosa es lo que tú eres y otra la que piensa o cree la gente, filosofía que normó su forma sencilla, humilde de actuar en la vida, lo que no es óbice para que se le proporcione un sepulcro adecuado como última morada.
Consciente de ello, las autoridades municipales y algunos amigos quisieron sepultar al popular artista en Villa Altagracia, donde residió por largos años, no precisamenteen una jaula de oro, sino en una casa campestre, en la que se sentía a gusto y disfrutaba recibir a sus amigos y allegados.
Hablar de lo sencilla de su tumba podría ser un tema delicado y no es mi intención herir susceptibilidades, dado que donde está sepultado reposan su padre, Antonio Rodríguez y su abuela y madre de crianza, Julia Rodríguez, pero la realidad es que Anthony debe estar en un área de más fácil acceso.
Para entenderlo basta recordar lo que dijo cuando los médicos diagnosticaron que su corazón le había crecido mucho, que estaba muy grande, declaró que eso era bueno para él, porque cabría más gente y aseguró que estar cerca de la muerte le había convertido en un ser más humano.
Dijo entonces estar listo para lo que viniera, pues confesaba haber vivido y bebido mucho y, como hombre auténtico, contaba y cantaba sus sentimientos y amores, nada humano le fue ajeno.
Su fama, sus éxitos le abrieron el camino para una vida encumbrada o radicarse en otro país, pero prefirió quedarse en su tierra, donde siempre tuvo ganas de cantar, como dicen las letras de su canción Reflexiones que habla de un viejo que en sueño le decía que el hombre era hombre si ganaba fama.
Es innegable que, gracias al cúmulo de éxitos, la fama le sobra, sin embargo, decía ser hombre de raza humana, como los demás, pero a su modo.
Hato Mayor ha parido figuras destacadas, como los ex presidentes Pedro y Cesáreo Guillermo, padre e hijo, los artistas Sonia Margarita Silvestre Ortiz y July Mateo, Rasputín, el jugador de baloncesto Héctor Monegro, El Vikingo y otras personalidades en distintas ramas, que han sido reconocidas con estatuas en parques y con la colocación de sus nombres en instalaciones públicas.
Otros merecen igual trato y es por ello que sugiero la creación de una especie de comité, integrado por la Gobernación Provincial, la Oficina Senatorial, la Alcaldía, empresarios y profesionales que se ocupen de localizar un área donde levantar un panteón para colocar los restos de algunas de sus figuras señeras y bien podrían comenzar con Anthony, si sus familiares están de acuerdo.
En Hato Mayor hay áreas que bien podrían destinarse a la construcción de ese panteón, conscientes de que no es verdad que los muertos con tierra tienen, los hay a quienes se les debe exaltar y justipreciar sus virtudes.
Por Rafael Polanco
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