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Trujillo controló hasta la respiración a la población; los centros de torturas revelaciones sobre la silla eléctrica

Desde noviembre de 1961, por lo menos de manera pública, en República Dominicana se viene hablando de la “Silla Eléctrica”, tenebroso artefacto construido para torturar, obtener confesiones y producir la muerte de opositores al régimen de Trujillo a través de la aplicación de descargas eléctricas.


La “Silla” estaba instalada en la cárcel clandestina de La 40, en lo que hoy es la famosa barriada de Cristo Rey. Esa prisión fue destruida en la primera semana de junio de 1961, a 3 o 4 días después de la muerte del dictador. Junto a la destrucción del presidio clandestino, también se hicieron desaparecer, para esconder las huellas de la barbarie, todos los instrumentos con los que los prisioneros eran sometidos a crueles torturas, y entre los objetos destruidos, “desaparecidos” u ocultados, también fue escondida, se piensa que para siempre, aquel trono de la muerte que se popularizó como “La Silla”, aunque por mucho tiempo se rumoró de su existencia en algún depósito de maquinarias militares, o en un sótano de la antigua Compañía Dominicana de Electricidad.


Miguel Álvarez Fadul torturado en la silla eléctrica en 1959
Por suerte y para bien de la historia, varias imágenes del fatídico mueble lograron salvarse, aunque tuvieron como precio las vidas de dos hermanos que laboraron para el Servicio de Inteligencia Militar. Esas fotos son las pruebas acusadoras de lo que fue la dictadura de Trujillo en materia del crimen. Los dos hermanos fotógrafos que trabajaban para el SIM y que se trasladaban a la cárcel de La 40 para fotografiar a los que eran sentados en la Silla, lograron quedarse con copias de muchas de las imágenes en las que se pueden ver los presos políticos sentados y torturados. Muchas de esas fotos, dice Cesar A. Saillant, que fue secretario personal de Ramfis Trujillo, eran coleccionadas por el hijo del sátrapa.


Aun más, en el 2012, después de 51 años de la muerte de Trujillo, se presentó al Archivo General de la Nación el ex mayor de la Marina de Guerra, Guillermo Rivas Díaz de 93 años de edad, pero con una gran lucidez mental, y confesó en aparente arrepentimiento, pues se había convertido a la fe cristiana: que él había sido la persona que diseñó y construyó la “Silla Eléctrica” que se utilizaba en la cárcel de La 40, en los últimos años de la dictadura. (Véase un fragmento de la entrevista al final de este artículo).


Una o varias sillas eléctricas?


La generalidad de la población dominicana cuando se refiere a ese mueble convertido en instrumento del mal, ignora que no se trataba de una sola silla eléctrica la tenida por la dictadura de Trujillo, como tampoco era un solo centro de torturas donde esta era utilizada.


Al parecer existieron más de dos de estos horribles utensilios y por lo menos están confirmadas la existencia de uno en la cárcel de La 40 y otro en la “la cárcel del Nueve” de la carretera Mella. Se habla de una tercera silla, pero no se ha encontrado la forma de probarlo.


La primera silla era manejada por militares y civiles miembros del Servicio de Inteligencia Militar y la segunda por oficiales de la Avician Militar Dominicana (AMD), bajo el control directo del Servicio de Inteligencia personal que Ramfis Trujillo tenía en ese lugar. Esta última, fue construida bajo la influencia de los métodos utilizados para interrogar por el sanguinario Johnny Abbes García. Sobre la posible existencia de la tercera silla eléctrica, que era utilizada especialmente para matar en horas de la noche, en el fragmento de entrevista al ex mayor Rivera Díaz, aparecen datos que pueden ayudar a aclarar las dudas sobre ese particular. También existe una foto, presentada por el fenecido escritor y periodista Juan José Ayuso y otras personalidades, que se corresponde con la descripción echa por el señor José Hungría en la citada entrevista.


Por otro lado, y tal y como lo cuenta Cesar A. Saillant, quien fue secretario personal del hijo mayor de Trujillo, y fue testigo de las torturas aplicadas en La 40 y en la “cárcel del Nueve”, su jefe Ramfis se dispuso “a superar a Johnny Abbes, y si no lo logró le faltó poco. Allí—en la cárcel del Nueve—hizo colocar todos los instrumentos de tortura al igual que los de Abbes, y para que nada faltase también hizo construir su silla eléctrica, tomando aquella como modelo. Medios, instrumentos, fondos, de todo dispuso y de aquel simple servicio tan útil a la AMD—Aviación Militar Dominicana—hizo uno de los más horribles centros de represión política que pudieron haber existido en América”.


Por muchos años se ha puesto a circular la versión de que la silla eléctrica utilizada en la cárcel de La 40, fue traída desde Venezuela en 1958 a la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez. Otra versión da cuenta de que su construcción fue sugerida a Abbes García por el ciudadano alemán Ernesto Scott, quien era uno de los interrogadores al servicio del SIM en La 40, y que también trabajó como traductor empleado de la Presidencia. Pero nada de esto ha podido ser comprobado.


De la primera versión, dice el historiador y poeta Tony Raful: “Cuando un hijo y dos sobrinos del Lic. Rafael Filiberto Bonnelly, cayeron presos por su participación en el Movimiento Clandestino 14 de Junio, la lengua viperina del coronel Johnny Abbes García echó a correr la información, de que la silla eléctrica usada en la cárcel de La 40 (…), la había traído Bonnelly de Venezuela, a raíz de haber desempeñado el cargo de embajador dominicano en ese país, luego de ser usada por el dictador Marcos Pérez Jiménez (derrocado en 1958) contra sus opositores. (…)”.




Dos prisioneros politicos a la espera de ser sentados en la Silla.
“A raíz del ajusticiamiento de Trujillo—sigue diciendo Tony Raful—los trujillistas dolidos por el papel desempeñado por el Lic. Bonnelly en la transición democrática, al presidir el Consejo de Estado, que organizó elecciones libres ganadas por el Prof. Juan Bosch el 20 de diciembre de 1962, y agraviados por las leyes antitrujillistas de confiscación de los bienes de la familia Trujillo (…), arremetieron contra Bonnelly, y repitieron la versión de Johnny Abbes, de que Bonnelly había traído al país la silla eléctrica, donde torturaron a su hijo y a sus sobrinos”. (Tony Raful. “Con Carlos Sully y Freddy Bonnelly”. Listín Diario, 22 de julio de 2014).


El rumor puesto a circular contra Bonnelly, como bien lo explica el citado historiador, fue una vulgar mentira del sector trujillista desplazado del poder, y quedó desmentido con el testimonio de Guillermo Rivas Díaz, el verdadero fabricante de la “Silla Eléctrica”.


En cuanto a la segunda versión, es posible que el alemán Scott, que sirvió en los campos de concentración de los alemanes al servicio de Hitler, haya sido el que propuso la construcción de la silla, aunque todavía quedaría determinar desde qué año ese señor se encontraba en el país, pues el mortífero aparato fue fabricado mucho antes de la existencia de La 40, presumiblemente entre 1953 y 1955, y se sabe que la cárcel de La 40 tuvo sus inicios en 1957.


Las fotos que salvaron la historia


En cuanto a las fotografías en las que aparecen los prisioneros torturados sentados en la silla, en el exterior se conocieron y aparecieron publicadas muchos antes de que en Santo Domingo se tuviera conocimiento de su existencia. De acuerdo con el doctor Rafael Alburquerque Zayas-Bazan, quien fue uno de los torturados, los dos hermanos que trabajaban para el SIM tomaban las fotografías y lograban enviar copias a “una embajada de Santo Domingo y algunas de ellas salieron publicadas en un periódico del exterior. El fotógrafo fue descubierto en esa acción y asesinado a garrotazos limpios”. Las fotos eran tomadas, cuenta también el fenecido periodista Santiago Estrella Veloz, por Pedro Aníbal Fuentes Berg, quien la entregaba a su hermano Gilberto que trabajaba en la Compañía Dominicana de Aviación, y este las enviaba al extranjero:


“Abbes García, al enterarse de que la foto de Messón y otros torturados se publicaron en el extranjero, ordenó el apresamiento y asesinato de los hermanos Báez Berg, sin que hasta el día de hoy se sepa dónde fueron llevados sus cadáveres”.


Una silla en los recuerdos


Cuenta Fredy Bonnelly, quien guardo prisión en La 40, que la “Silla” era “un sillón de roble de los que se usaban normalmente en las oficinas públicas pero forrados los brazos, el asiento y la espalda con hojas de cobre, le ponían correas en los brazos y los pies para atarlos a ella y la conectaban a un dispositivo que aumentaba el voltaje”; mientras que Tomas Báez Díaz, que estuvo implicado en la muerte de Trujillo, y fue torturado también en las cárceles “del Nueve” y de La 40, narra lo siguiente:.


“Frente a estos (…) se encontraba la “Silla eléctrica”; un aparato construido originalmente (…), que consiste en un sillón antiguo, rústico, fuerte, de alto espaldar y solidos brazos, a cuya estructura le fueron añadidas planchas de cobre para hacer más efectivo el pase de la corriente eléctrica al cuerpo de las víctimas que allí éramos sentadas. Este aparato tiene en ambas patas delanteras y en su espaldar, cuatro correas de cuero destinadas a inmovilizar los brazos y las piernas. Sus redes eléctricas estaban instaladas debajo del asiento, conectadas al escritorio principal, desde cuyo tablero el verdugo aplicaba los diferentes tipos de corrientes que existían. El cuarto estaba revestido de un material aislante para que en el exterior no se oyeran los alaridos, los quejidos (….)”.




Una recreación artística de la silla eléctrica publicada en el periódico Unión Cívica en noviembre de 1961
La Silla ocupaba—sigue contando Freddy Bonnelly—un lugar dentro de la cárcel, que los prisioneros bautizaron como “la casita de Canadá”: Así llamaban al lugar habilitado para las torturas “de más o menos 6 x 8 metros, de madera techada de zinc, piso de cemento pulido, dos puertas, una al frente y otra al fondo, ambas en el medio y dos ventanas, en el medio de los otros dos lados. Dentro, a mano derecha lo primero que estaba colgado a la pared eran los instrumentos de tortura”.


El equipo utilizado en la secreta cárcel para infligir dolor, estaba formado por “fuetes de vegas de toro, algunos con alambre de púas enrollados, cables plástico de una pulgada de diámetro con cable de acero en el centro, picanas (bastón eléctrico), trozos de bambú, tortor (pedazo de soga con dos pedacitos de madera para facilitar el ahorcamiento). Al lado de la esquina de la derecha y centralizados, estaban tres escritorios y detrás se sentaban los interrogadores con el mecanismo de la electricidad de la silla que estaba al frente. El nombre de la Casita en Canadá surgió de la canción que estaba de moda en esos días y se lo puso de forma jocosa Rene del Risco Bermúdez”.


Otro de los que fueron prisioneros políticos y que recuerda su paso por La 40 y la experiencia con la “Silla”, lo fue el ingeniero Cayetano Rodríguez del Prado, quien estuvo en esa cárcel junto a otros de sus compañeros por sus vínculos con el Movimiento Popular Dominicano (MPD).


Cayetano escribió en sus memorias, publicadas en el 2008, lo siguiente: Había otro pabellón “casi igual que el primero, y ambos con un portón de rejas y encima otro de madera que pretendía impedir la visión y quizás también la entrada o salida de ruidos. Bastante cerca del centro del patio había una pequeña edificación, o caseta, con un solo ambiente y, dominándolo todo, como se tratara de un trono, la fatídica silla eléctrica. (….). Bruscamente estrellaron mi cuerpo contra la estructura de metal de la silla eléctrica e inmediatamente unas correas se apretaron hasta más no poder sobre brazos y piernas, mientras mis pies descalzos hacían buen contacto con el piso de cemento y las manos con los brazos metálicos del diabólico aparato”.


Revelaciones del militar que fabricó la Silla


Guillermo Rivas Díaz, el mayor de la Marina de Guerra que fabricó la “Silla Eléctrica”, nació el 10 de febrero de 1917. Estudió Arquitectura en la Universidad de Santo Domingo y Electromecánica en Inglaterra. Sus estudios lo dotaron de los conocimientos que le permitieron diseñar y armar con sus propias manos el artefacto más temido de la cárcel de La 40. Rivas perteneció a la institución castrense por más de 10 años, desde aproximadamente 1947, y estudio en la zona militar de los Estados Unidos en el Canal de Panamá; además desempeñó funciones en el área de mantenimiento del “Destroyer Presidente Trujillo”.


Residente en la ciudad de Santo Domingo, era ahijado del historiador Emilio Rodríguez Demorizi y tuvo como asistente a un reconocido sicario, muerto recientemente de manera misteriosa, “un muchacho en esa época, que se llamó Evertz Fournier, Carlito Evertz Founier”.


El ex mayor de la Marina, que ahora está inmerso en la religión cristiana, parece que interesado en descargar su conciencia de lo que había sido su participación indirecta en los crímenes de la dictadura, hizo contacto con el Archivo General de la Nación a través de uno de los sobrevivientes de La 40, el señor José Hungría Sánchez Suero, quien lo presentó y ayudó en la coordinación de una entrevista.


Los datos espeluznantes suministrados por Rivas Díaz a los entrevistadores del AGN encabezados por el historiador Aquiles Castro en el 2012, no dejan espacios para las dudas: la “Silla” fue diseñada y fabricada por Rivas, como se podrá leer en el fragmento de la entrevista que a continuación insertamos, originalmente publicada en el Boletín del Archivo General de la Nación, año LXXV, volumen XXXVIII, número 135, correspondiente a los meses de enero-abril del 2013, paginas 153-187:








Por ALEJANDRO PAULINO RAMOS/
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