Con el hallazgo del cuerpo sin vida del pequeño Arthur se eleva a 13 la cifra de víctimas mortales de la riada que afectó a zonas de dos municipios del noreste de la isla, especialmente a la población de Sant Llorenç des Cardassar.
El día de la riada, llevaba un polo azul. Iba en el coche junto a su madre, sus dos hermanos y su abuela.
La mayor tragedia de la historia de la isla.
Su madre, Joana Lliteras, que logró salvar a su hermana, pero no a él.
En el mismo turismo, también, iban su hermano mayor (sacado del automóvil por un alemán) y su abuela, que salió por su propio pie. Entonces, se le perdió la pista.
La isla contuvo la respiración por si seguía con vida, pero conforme fueron pasando los días la esperanza se fue apagando.
A su madre, Joana, la encontraron rápidamente, el mismo día en que se produjeron las inundaciones.
Ella trató de hacer todo lo posible por salvar la vida de sus hijos. De hecho, trató de no preocupar a sus familiares. Minutos antes de que la riada se llevara su automóvil, llamó a su marido. No lo alertó. Le dijo que no pasaba nada, que estaba metida en un atasco.
Nada más. Sin embargo, minutos después, vio que el peligro existía, que era real. Vio cómo la lluvia asediaba la carretera, cómo el temporal se lo llevaba todo a su paso, cómo arrastraba los árboles…
Entonces intentaron salvarse. Un alemán sacó al niño mayor del coche, la abuela salió por su propio pie. La madre, sin embargo, se mantuvo en el coche. Trató de salvar a sus dos hijos. Pudo hacerlo con la niña, pero no con Arthur, que se quedó fuera del coche, pero fue arrastrado por la corriente.
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