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Sicario 2: El Día Del Soldado



Por Anthony Pérez–Díaz
Especial para alacechord.com
Para empezar, lo primero que debería quedar claro es que esta secuela de ‘Sicario’ no tendría ninguna razón de ser, si no fuera por la incesante ambición de muchos de sacar el extra a toda película que tenga éxito.
Por lo tanto, esta nueva versión es completamente innecesaria, y como tal carece de inspiración, y sobre todo, de ese sentido claustrofóbico y horrorizantemente perverso y distorsionado que el director canadiense Denis Villenueve supo impregnar al film original. En consecuencia, ‘Sicario 2’ no tiene la intensidad ni tampoco la retorcida maldad exhibida en aquella película.
Aunque su historia por momentos parece sacada de un ‘Breaking News’ televisivo y la esencia de la misma desafortunadamente es muy similar al núcleo de lo narrado en la película original –un pequeño pez o elemento colateral es usado como carnada para atraer un pez mayor dentro del mundo de los carteles de la droga–; la película de todos modos, tiene uno que otro elementos que consiguen elevarla por encima del nivel promedio de este tipo de films.
ANTHONY PEREZ-DIAZ, AUTOR
En particular, la realización se destaca por un par de convincentes actuaciones, y por una producción general sobria y con el suficiente rigor como para proporcionar al film cierta consistencia y dimensión.
Sin embargo, la historia cuyo guion fue escrito por el mismo guionista del film anterior, Taylor Sheridan, (quien también escribió la estupenda ‘Hell and High Water’), no tiene mucho que ofrecer en sí misma: se revela más bien como un ‘subterfugio argumental’ cuyo único propósito es servir de marco de referencia o ‘fondo de encuadre’ a una que otras escaramuzas estilísticas de la película, pero sin despejar ninguna incógnita u ofrecer algo nuevo o interesante.
Por eso, ‘Sicario 2’, cuya duración es excesiva y sobrepasa las dos horas, cuenta con un fundamento narrativo frágil, un tanto disperso y con un marcado sentido anecdotario.
Ahora bien, esta arbitraria estructuración de la historia obedece pura y simplemente a una concepción que la ubica como un punto intermedio y menos significativo de lo que será al menos, una trilogía sobre estos personajes, en particular el enigmático Alejandro Gillick (Benicio Del Toro) y Matt Graver (Josh Brolin).
De modo que, el film, aunque comienza con una efectista y maniqueísta declaración de corte político que categoriza a los carteles mexicanos de la droga como organizaciones terroristas que han dejado atrás su antiguo negocio; no tiene en realidad nada que aportar en este campo ni en ninguno otro. Se trata solo de un vano entretenimiento de verano.
Pero eso sí, este giro argumental, que se distancia del acercamiento mostrado en la película anterior en la cual la vulnerabilidad del ahora ausente personaje de la actriz Emily Blunt, era un elemento central; contribuye esta vez a ampliar el campo de acción, generando varias sub tramas y consecuentemente, tornándose más violento que su predecesora.
Aun así, esto a nadie importa, en virtud de que dicha violencia carece de significado. Y por otro lado, el desconocido director Stefano Sollima, por su parte, es incapaz de alcanzar la unidad y precisión mostrada por Villenueve (‘Blade Runner 2049’, ‘Arrival’, etc.), ni tampoco el impacto emocional o el grado de suspenso e inquietud logrado por aquél.
No obstante, lo que distingue a ‘Sicario 2’ de la mayoría de las películas de su tipo es la actuación de la joven actriz Isabela Moner, quien a pesar de tener poco qué hacer más allá de jugar el rol de víctima, impresiona  con su recia interpretación y se constituye en el elemento más sobresaliente de la producción.
De su lado, el veterano actor Del Toro, de sobrado talento, luce correcto en su acartonado personaje, aunque el mismo, con su aire misterioso y ambivalente, está muy dentro de la tesitura mostrada por él en ‘Sicario’.
Fuera de ahí, solo una brevísima interacción con un sordomudo en el último tramo de la película, y que constituye el único elemento de equilibrio y sensatez del film, puesto que rompe con los estereotipos en uso, en particular los latinos; merece la pena tomar en cuenta.
La fotografía, igualmente, es correcta pero nada impresionante y en cuanto a la música, esta cumple su cometido de matizar situaciones y momentos sin mayor incidencia.
En el camino se quedan sin respuesta no sólo una crisis migratoria a la que el guion usa como pie de amigo para avanzar sus diatribas, sino sobre todo, las distintas sub tramas y cualquier otro aspecto que pudiera generar verdadero interés.
Irresponsablemente panfletario e incoherente, este casi amoral intento de perpetuación del machismo quiere decir tantas cosas que al final opta por no decir nada.

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