MONTERREY, México.-Un joven diácono de la Arquidiócesis de
Monterrey (México), que creció en el mundo de las pandillas antes de conocer de
cerca la misericordia de Dios, será ordenado sacerdote en una cárcel el 27 de
julio.
Se trata de Gabirel Everardo Zul Mejía, que creció en la
colonia Granja Sanitaria, hoy conocida como Valle Santa Lucía en Monterrey, una
zona con altos índices de violencia, pandillas y narcotráfico.
En un video difundido por la Arquidiócesis de Monterrey, Gabriel
recuerda que “como muchos jóvenes de ese sector, estaba en pandillerismo, en
pleitos, ahí fui creciendo también en ese ambiente”.
La violencia lo llevó a pasar un tiempo en el Centro de
Reinserción Social (CERESO) Topo Chico.
“Ahí fue donde pude tener mi encuentro con Dios”, asegura, y
señala que una de las cosas que más lo impactó durante los seis días que pasó
en la cárcel “fue que los hermanos internos realizaron conmigo lo que ahora
conozco como obras de misericordia”.
“El poder compartir una cobija, el poder cuidarme para que
no me junte con gente que me puede hacer también daño ahí dentro. El darme unas
monedas para comprar unos desechables para poder comer”, relata.
Gabirel aseguró que “la inquietud de querer ordenarme en el
penal ha habitado en mí por ese gran amor que me mostró Dios en el momento más
adverso de mi vida”.
El joven diácono obtuvo el permiso del Arzobispo de
Monterrey, Mons. Rogelio Cabrera López, para ser ordenado en el CERESO Topo
Chico.
En su proceso de conversión, el joven pasó por grupos
parroquiales, retiros, e incluso fue misionero durante un año en la localidad
de Mina, en el estado de Nuevo León.
En declaraciones al diario mexicano Reforma, Darío Torres
Rodríguez, encargado de comunicación del Seminario de Monterrey, señaló que
Gabirel tuvo 10 años de formación, durante los cuales “no compartía
abiertamente su experiencia salvo que alguien le preguntara, pero se mostraba
orgulloso de su proceso y daba testimonio de ello”.
Como seminarista participó en la pastoral penitenciaria en
diversas cárceles del estado de Nuevo León y también acompañó a niños con
cáncer.
“La historia de Gabirel ha impactado tanto a los
seminaristas como a toda la comunidad. Nos invita a que nos pongamos las
pilas”, señaló.
(Fuente: ACIPRENSA)
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