EL VATICANO, Roma.-En el Mensaje para la Cuaresma de este
año, el Papa Francisco clama contra los “encantadores de serpientes” que
“aprovechan de las emociones humanas para esclavizar a las personas y llevarlas
adonde ellos quieren”.
En el texto, presentado en la Oficina de Prensa de la Santa
Sede por el Cardenal Peter Turkson, Prefecto para el Dicasterio para el
Desarrollo Humano integral, y Natalia Peiró, Secretaria de Cáritas España, el
Papa se pregunta “cuántos hijos de Dios se dejan fascinar por las lisonjas de
un placer momentáneo, al que se le confunde con la felicidad".
"Cuántos hombres y mujeres viven como encantados por la
ilusión del dinero, que los hace en realidad esclavos del lucro o de intereses
mezquinos. Cuántos viven pensando que se bastan a sí mismos y caen presa de la
soledad”, dice también en el texto.
El Papa alerta sobre los “charlatanes” que “ofrecen soluciones
sencillas e inmediatas para los sufrimientos, remedios que sin embargo resultan
ser completamente inútiles: cuántos son los jóvenes a los que se les ofrece el
falso remedio de la droga, de unas relaciones de «usar y tirar», de ganancias
fáciles pero deshonestas”.
Asimismo, el Pontífice habla de los “falsos profetas”, que
son “estafadores”, que “no sólo ofrecen cosas sin valor sino que quitan lo más
valioso, como la dignidad, la libertad y la capacidad de amar. Es el engaño de
la vanidad, que nos lleva a pavonearnos… haciéndonos caer en el ridículo; y el
ridículo no tiene vuelta atrás”.
Y todo esto, obra del “demonio” que “es mentiroso y padre de
la mentira” y “presenta el mal como bien y lo falso como verdadero, para
confundir el corazón del hombre”.
Por otro lado, Francisco denuncia la violencia “que se
dirige contra aquellos que consideramos una amenaza para nuestras certezas: el
niño por nacer, el anciano enfermo, el huésped de paso, el extranjero, así como
el prójimo que no corresponde a nuestras expectativas”.
Ante la pregunta de “¿qué podemos hacer?”, el Papa invita a
la “oración” porque hace “que nuestro corazón descubra las mentiras secretas
con las cuales nos engañamos a nosotros mismos”. También a la “limosna”, que
“nos libera de la avidez y nos ayuda a descubrir que el otro es mi hermano:
nunca lo que tengo es sólo mío”. “Cuánto
desearía que la limosna se convirtiera para todos en un auténtico estilo de
vida”, expresa el Pontífice.
Por último, al “ayuno” ya que “debilita nuestra violencia,
nos desarma, y constituye una importante ocasión para crecer”. “El ayuno nos
despierta, nos hace estar más atentos a Dios y al prójimo, inflama nuestra
voluntad de obedecer a Dios, que es el único que sacia nuestra hambre”,
subraya.
(Fuente: ACIPRENSA)
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