VATICANO, Roma.-Luego de rezar el Ángelus este domingo 31 de
diciembre en la fiesta de la Sagrada Familia, el Papa Francisco hizo un pedido
a los fieles para terminar bien este 2017 y recibir adecuadamente el Año Nuevo
2018.
El Santo Padre alentó a los fieles a “no olvidar en este día
agradecer a Dios por el año transcurrido y por todo bien recibido. Nos hará
bien, a cada uno, tomar algo de tiempo para pensar en cuántas cosas buenas he
recibido del Señor este año y agradecer”.
“Y si hubo algunas pruebas, dificultades, agradecer también
porque Dios nos ha ayudado a superar esos momentos. Hoy es una jornada de
agradecimiento”, prosiguió el Pontífice.
Para concluir, el Papa deseó a todos un buen domingo “y un
sereno fin de año. Les agradezco a todos sus buenos deseos y sus oraciones.
Sigan rezando por mí por favor”.
El consejo a los padres
Ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro en el
Vaticano, el Pontífice dijo que la misión de la familia, de los padres
esencialmente, es “crear las condiciones favorables para el crecimiento
armónico y pleno de los hijos, con el fin de que puedan vivir una buena vida
digna de Dios y constructiva para el mundo”.
El Papa hizo hincapié en la alegría que los hijos suponen
para la familia: “Una gran alegría de la familia es el crecimiento de los
hijos. Están destinados a desarrollarse y a fortalecerse, a adquirir sabiduría
y a acoger la gracia de Dios, como hizo Jesús. Jesús realmente es uno de
nosotros”, afirmó.
Ante la multitud congregada bajo la ventana de los aposentos
pontificios del Palacio Apostólico, el Santo Padre reflexionó sobre “la experiencia
vivida por María, José y Jesús mientras crecen juntos como familia en el amor
recíproco y en la confianza en Dios”.
Francisco afirmó que José y María expresan esa confianza en
Dios cumpliendo el rito de la presentación del Niño en el templo: “Los padres
de Jesús acuden al templo para dar fe de que su hijo pertenece a Dios y que
ellos son los custodios de su vida y no los propietarios”.
“Este gesto subraya que solo Dios es el Señor de la historia
individual y familiar; todo procede de Él. Toda familia está llamada a
reconocer tal primado, custodiando y educando a los hijos para que se abran a
Dios, que es la fuente de la vida”.
A continuación, el Papa destacó cómo el texto evangélico
habla “del secreto de la juventud interior, testimoniada paradójicamente en el
Evangelio por una pareja de ancianos: Simeón y Ana”.
“Cada vez que una familia, también las que están heridas o
marcadas por la fragilidad, el fracaso o la dificultad, regresa a la fuente de
la experiencia cristiana, se abren caminos nuevos y posibilidades impensables”,
finalizó.
(Fuente: ACIPRENSA)
-->
No hay comentarios
Publicar un comentario